Meritorio El Betis se quedó sin el premio gordo por el gol postrero de Eto'o, pero puede tener la cabeza muy alta tras plantarle cara al Barcelona Arranque Los béticos tenían un 2-0 a su favor a la media hora.El Betis tiene motivos para sonreír a pesar del premio que le usurpó Eto'o. El conjunto de Paco Chaparro no sólo le plantó cara al Barcelona sino que dejó unas sensaciones inmejorables a todos los suyos e incluso estuvo mucho más cerca del triunfo que de lo contrario. El futuro, pues, está garantizado para este grupo de futbolistas y ésa, por encima del resultado, es la mejor noticia que podía deparar este encuentro. Por supuesto que ganar hubiera sido hacer encajes de bolillos y que estuvo tan cerca que puede quedar cierto sabor amargo en el paladar de los fieles de la religión balompédica verdiblanca, pero tal vez haya que mirar algo más allá para valorar este punto.
Porque hay empates y empates, evidentemente. El resultado fue el mismo, la evolución del marcador también, hasta la participación de Ricardo fue igualmente decisiva en la segunda mitad, pero que levante la mano quien se marchó ayer del estadio heliopolitano tan ofuscado como lo hiciera trece días antes con motivo de la visita del Getafe. Ni el más forofo de los seguidores tomaría rumbo a su domicilio con el enfado con el que lo hizo en la última comparecencia liguera en casa. El Betis, ni que decir tiene, había sido infinitamente mejor que entonces y sus futbolistas se hicieron acreedores al más sentido de los aplausos.
Enfrente estaba ese Barcelona que se ha merendado a casi todos sus rivales en el presente campeonato liguero, pero el Betis fue capaz de plantearle un pulso de tú a tú, como ya hiciera en el Camp Nou, y hasta coqueteó con un triunfo que impidió el máximo goleador del torneo con su habilidad. En absoluto se produjo un error por parte de las huestes de Chaparro, ni siquiera un paso atrás más allá de la presión a la que lo sometía el adversario; si el Betis no fue capaz de mantener su ventaja en el marcador, fue por la sencilla razón de que tenía enfrente a un verdadero equipazo. Como para no quitarse el sombrero con el trabajo de los que ayer vistieron de verdiblanco.
Así fue desde el minuto uno hasta que Iturralde González dio por finiquitado el litigio. Y eso que se presentaron inconvenientes inesperados por el camino, como las lesiones de Juanito y de su sustituto, Lima, ambas en el primer periodo del partido, o incluso el penalti que decretó el árbitro vasco al filo del intermedio. En cualquier otro momento, tal vez esos hándicaps hubieran conducido al Betis a arrojar la toalla, pero ahí está la clave de todo para afirmar que el futuro fue el verdadero ganador. Este equipo ha cambiado para bien y ésa es la línea a seguir a partir de este momento para que se ubique en las posiciones para las que está capacitado por los futbolistas de los que puede disponer.
Para empezar, Chaparro planteó el encuentro con un punto de osadía. Nada de aguardar al Barcelona en su propia parcela para tratar de buscar algún contragolpe salvador. Con el enardecimiento natural del triunfo en el último derbi en el terreno del eterno rival, la idea futbolística tenía como punto de partida la búsqueda del rival en su propia guarida. El entrenador bético tenía muy claro que la única forma de hostigar a este Barcelona es impedir que el balón llegue en condiciones a Xavi e Iniesta y por ello fijó la línea de presión en la salida de la pelota. Oliveira, Sergio García y Mark González acudían como posesos en pos de estorbar a los zagueros cuando trataban de sacar el esférico de atrás mientras que Emana y, en menor medida, Mehmet Aurelio tenían la misión de ir a tapar a los posibles receptores en el centro del campo. Está claro que eso es fácil de explicar en una pizarra, pero tan complicado de llevar a cabo contra un equipo en el que sólo Abidal parecía un patadura...
Pero el Betis se empeñó en conseguirlo y corrió todos los riesgos necesarios para ello. Le dio igual incluso que su capitán, Juanito, dijera basta en un sprint junto a la banda izquierda, el conjunto de Chaparro tenía muy claro que debía aguantar hasta que el cuerpo dijera basta y a ello se dedicaron todos sus hombres. Era el primer pilar para que el edificio fuera muy sólido, el segundo tenía que ver, cómo no, con la eficacia, con saber concretar las oportunidades que pudieran presentarse. Riesgo atrás con acierto arriba, la fórmula magistral del fútbol cuando llega a producir réditos.
Y los dejó en el zurrón del Betis, vaya si los dejó. Había pasado la fase de tanteo y en la segunda jugada a balón parado, porque ya habían avisado los mismos protagonistas escasos minutos antes con un despeje salvador de Abidal, Emana puso el balón muy tenso desde la esquina para que Melli se encargara de rematar con la testa. El Betis estaba por delante en el marcador y eso era un buen augurio a pesar de todo lo que restaba por jugar. Al contrario de lo que pudiera presagiarse, sin embargo, la valentía no se esfumó y el fruto fue el segundo gol que anotó Mark González.
Sí, el Betis tenía un dos a cero a su favor sin que ni siquiera se hubiera contabilizado media hora de juego en el cronómetro de Iturralde. Lo que ningún otro había conseguido con el Barcelona estaba sucediendo, pero el rival también juega y aquello se torció al filo del descanso. Penalti y 2-1. Restaba un tiempo entero por delante y en las piernas comenzaban a pesar tantas carreras.
La segunda mitad, como se esperaba, sí se acercó a un monólogo ofensivo del líder, pero fue el Betis quien tuvo en sus pies la opción de consolidar el triunfo. A Oliveira le anularon un gol por rematar en fuera de juego y el propio brasileño gozó de la mejor oportunidad mano a mano con Víctor Valdés. Pero el riego sanguíneo ya no permitía que hubiera frescura en la cabeza y esa opción se esfumó apenas diez minutos antes de que Eto'o fuera capaz de conseguir lo que nadie pudo hacer, batir al imbatible Ricardo. El Betis se había quedado con un solo punto, pero el futuro, de continuar con este nivel, le pertenece y ése también es un gran triunfo.
Fuente: realbetisbalompie.es
Porque hay empates y empates, evidentemente. El resultado fue el mismo, la evolución del marcador también, hasta la participación de Ricardo fue igualmente decisiva en la segunda mitad, pero que levante la mano quien se marchó ayer del estadio heliopolitano tan ofuscado como lo hiciera trece días antes con motivo de la visita del Getafe. Ni el más forofo de los seguidores tomaría rumbo a su domicilio con el enfado con el que lo hizo en la última comparecencia liguera en casa. El Betis, ni que decir tiene, había sido infinitamente mejor que entonces y sus futbolistas se hicieron acreedores al más sentido de los aplausos.
Enfrente estaba ese Barcelona que se ha merendado a casi todos sus rivales en el presente campeonato liguero, pero el Betis fue capaz de plantearle un pulso de tú a tú, como ya hiciera en el Camp Nou, y hasta coqueteó con un triunfo que impidió el máximo goleador del torneo con su habilidad. En absoluto se produjo un error por parte de las huestes de Chaparro, ni siquiera un paso atrás más allá de la presión a la que lo sometía el adversario; si el Betis no fue capaz de mantener su ventaja en el marcador, fue por la sencilla razón de que tenía enfrente a un verdadero equipazo. Como para no quitarse el sombrero con el trabajo de los que ayer vistieron de verdiblanco.
Así fue desde el minuto uno hasta que Iturralde González dio por finiquitado el litigio. Y eso que se presentaron inconvenientes inesperados por el camino, como las lesiones de Juanito y de su sustituto, Lima, ambas en el primer periodo del partido, o incluso el penalti que decretó el árbitro vasco al filo del intermedio. En cualquier otro momento, tal vez esos hándicaps hubieran conducido al Betis a arrojar la toalla, pero ahí está la clave de todo para afirmar que el futuro fue el verdadero ganador. Este equipo ha cambiado para bien y ésa es la línea a seguir a partir de este momento para que se ubique en las posiciones para las que está capacitado por los futbolistas de los que puede disponer.
Para empezar, Chaparro planteó el encuentro con un punto de osadía. Nada de aguardar al Barcelona en su propia parcela para tratar de buscar algún contragolpe salvador. Con el enardecimiento natural del triunfo en el último derbi en el terreno del eterno rival, la idea futbolística tenía como punto de partida la búsqueda del rival en su propia guarida. El entrenador bético tenía muy claro que la única forma de hostigar a este Barcelona es impedir que el balón llegue en condiciones a Xavi e Iniesta y por ello fijó la línea de presión en la salida de la pelota. Oliveira, Sergio García y Mark González acudían como posesos en pos de estorbar a los zagueros cuando trataban de sacar el esférico de atrás mientras que Emana y, en menor medida, Mehmet Aurelio tenían la misión de ir a tapar a los posibles receptores en el centro del campo. Está claro que eso es fácil de explicar en una pizarra, pero tan complicado de llevar a cabo contra un equipo en el que sólo Abidal parecía un patadura...
Pero el Betis se empeñó en conseguirlo y corrió todos los riesgos necesarios para ello. Le dio igual incluso que su capitán, Juanito, dijera basta en un sprint junto a la banda izquierda, el conjunto de Chaparro tenía muy claro que debía aguantar hasta que el cuerpo dijera basta y a ello se dedicaron todos sus hombres. Era el primer pilar para que el edificio fuera muy sólido, el segundo tenía que ver, cómo no, con la eficacia, con saber concretar las oportunidades que pudieran presentarse. Riesgo atrás con acierto arriba, la fórmula magistral del fútbol cuando llega a producir réditos.
Y los dejó en el zurrón del Betis, vaya si los dejó. Había pasado la fase de tanteo y en la segunda jugada a balón parado, porque ya habían avisado los mismos protagonistas escasos minutos antes con un despeje salvador de Abidal, Emana puso el balón muy tenso desde la esquina para que Melli se encargara de rematar con la testa. El Betis estaba por delante en el marcador y eso era un buen augurio a pesar de todo lo que restaba por jugar. Al contrario de lo que pudiera presagiarse, sin embargo, la valentía no se esfumó y el fruto fue el segundo gol que anotó Mark González.
Sí, el Betis tenía un dos a cero a su favor sin que ni siquiera se hubiera contabilizado media hora de juego en el cronómetro de Iturralde. Lo que ningún otro había conseguido con el Barcelona estaba sucediendo, pero el rival también juega y aquello se torció al filo del descanso. Penalti y 2-1. Restaba un tiempo entero por delante y en las piernas comenzaban a pesar tantas carreras.
La segunda mitad, como se esperaba, sí se acercó a un monólogo ofensivo del líder, pero fue el Betis quien tuvo en sus pies la opción de consolidar el triunfo. A Oliveira le anularon un gol por rematar en fuera de juego y el propio brasileño gozó de la mejor oportunidad mano a mano con Víctor Valdés. Pero el riego sanguíneo ya no permitía que hubiera frescura en la cabeza y esa opción se esfumó apenas diez minutos antes de que Eto'o fuera capaz de conseguir lo que nadie pudo hacer, batir al imbatible Ricardo. El Betis se había quedado con un solo punto, pero el futuro, de continuar con este nivel, le pertenece y ése también es un gran triunfo.
Fuente: realbetisbalompie.es
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